HOY OBSERVÉ UNA SUTIL DIFERENCIA ENTRE UNA RESPUESTA Y LA OTRA...
Ciertamente esta respuesta parecería muy cortés y considerada, ¿verdad? Sin embargo, si la comparamos con la siguiente, podremos percibir la sutil diferencia que les mencioné:
Parecen respuestas muy parecidas, comedidas, consideradas, solícitas y solidarias...
Cuando un niño sabe que por la tarde irá a una función de cine a ver una de las películas más esperadas del año, es muy frecuente que se esmere en hacer sus labores rápidamente. Su motivación no es por saber que es algo bueno y necesario, sino por su interés en no ser privado de la salida tan deseada.
En donde revela su verdadera actitud interesada es en este simple comentario: "Ya no hay nada más, ¿verdad?", el cual casi por default recibirá un NO por respuesta, casi automático, casi sin pensarlo.
Pero qué diferente cuando el hijo pregunta: "¿Hay algo más por hacer?". Esta pregunta conlleva el riesgo de recibir más instrucciones por respuesta: "Ah, sí, me podrías ayudar en hacer esto o aquello, para irnos a gusto". Sería el extra, sería el plus, lo que no le toca hacer pero la mamá le está pidiendo de favor que haga; es posible que, incluso, sea algo que uno de sus hermanos dejó inconcluso, o simplemente no hizo, y a la madre se le facilite mejor pedir a este hijo comedido que lo haga, y no luchar contra aquel que sólo cumple como en una lista de verificación.
Todo padre debería poner atención a estos pequeños detalles, a estas sutiles diferencias, porque ellas revelan si los hijos realmente están experimentando un crecimiento interior, o sólo están aprendiendo a sobrellevar la autoridad materna, aparentando obediencia, manteniendo un perfil bajo, mientras aún deban estar en el hogar familiar.
Me pongo a pensar que algunos hijos del Eterno somos así, haciendo lo menos que podemos, nomás por cumplir con el requisito. ¿Quién dijo que guardar el Shabat es atadura y algo imposible de hacer? ¡Es lo más fácil de la Torá, yo creo! Lo difícil es examinarnos para sacar toda la levadura de nuestra vida, el conformismo, la pereza, la comodidad, la inseguridad, la tendencia al desánimo, al chisme, a la murmuración, al desagrado, a la ingratitud... Esto es lo realmente complicado. Y por fuera podemos dar apariencia de piedad y de justicia, pero en el fondo estamos en esa actitud de preguntar: "Ya es todo, ¿verdad?".
Que esta pequeña reflexión sirva para hacernos meditar en nuestra actitud de obediencia al Eterno.
¡Shalom!