LO PUEDES COMPROBAR ESTUDIANDO EL LIBRO DE LOS HECHOS, CONSULTANDO LAS REFERENCIAS PROFÉTICAS DE LOS MISMOS APÓSTOLES
Por mucho tiempo se ha creído que en este libro se relata la fundación de la iglesia, en sustitucion del pueblo de Israel, separados y cada quien con SU propia Ley.
Esta creencia es sobre la que se basa prácticamente toda la doctrina católica-protestante, y no existe absolutamente ninguna profecía que la respalde.
Hagamos como los de Berea: escudriñemos este libro para ver si todas estas cosas son así.
Recuerda: cada vez que se hable de Ley, se debe leer Torá (Instrucciones); y que en ese tiempo la única Ley a la que hacían referencia era el Antiguo Testamento, porque el Nuevo Testamento se compiló siglos después.
Comencemos.
Hechos 1:1 escribió:
El primer tratado al que hace mención es el Evangelio de Lucas, y eso se apoya en su propia afirmación:
S. Lucas 1:3 escribió:
Podemos darle credibilidad a estos escritos, ya que el mismo Lucas asegura haber investigado con diligencia.
Eso nos marca una pauta, pues, ¿cuántos de nosotros investigamos y escudriñamos la Escritura con diligencia?
Este libro, por tanto, abarca un extracto de la finalización del ministerio de Yeshúa, y el comienzo del ministerio de sus apóstoles.
Lo que dice a continuación es muy revelador:
Hechos 1:2 escribió:
Les dio mandamientos en esos 40 días que caminó con ellos después de la resurrección. Es interesante, porque eso derriba un pilar de la doctrina católica-cristiana, ya que ahí pudo haberles revelado la sustitución de Israel por la iglesia... Pero no lo hizo.
El último mandamiento que se registra, es el siguiente:
S. Lucas 24:49 escribió:
¿Cuál promesa? ¿La de que serían separados del pueblo de Israel, para fundar una nueva religión?
No, no dice eso la promesa. La promesa está en el libro del profeta Joel, y fue dirigida al pueblo de Israel; más adelante lo retomaremos.
Hechos 1:3 escribió:
En esos 40 días les dio mandamientos por el Espíritu Santo, por inspiración del Padre, siguiendo Sus Instrucciones.
Escudriñemos nuestra Escritura, sometiendo a auditoría nuestra creencia, para asegurarnos de que estamos siendo guiados por el Eterno, obedeciendo esos mandamientos que dejó el Mesías a sus apóstoles.
¡Shalom!