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Mensaje El momento de oración puede ser un pequeño shabat diario.

#1  Graciela Sab 17 Jul, 2021 07:08

shabat_chiquito
¿SERÁ QUE EN ESTO CONSISTE EL QUE YESHÚA ES NUESTRO REPOSO?


Tengo más de veinte años de haber conocido al Señor. Veintiséis años, para ser más precisos; y de ésos, son casi cinco años de estar observando la Torá. Y en todos estos años, el orar diariamente siempre había sido como un poco cuesta arriba.

Eso no debería de extrañarme, ya que todo mundo sabe (los que hemos asistido a iglesias cristianas) que el día de la oración siempre es la "Cenicienta" de la iglesia. ¿Y por qué? Porque no es muy fácil ir a cantar y danzar y alegrarnos con la alabanza, pero ya cuando se trata de la adoración, o de la oración, o de la predicación, ahí es donde la puerca tuerce el rabo. Y es porque estimular nuestras hormonas del placer y de la felicidad (como quiera que se llamen) es muy fácil, nos produce alegría, gozo, efervescencia, emoción, excitación, etc. Nos gusta lo emocional, pero no nos gusta mucho lo intelectual.

En mi experiencia, siempre batallé para conciliar el "Orad sin Cesar", con el "No usen vanas repeticiones". Siempre estaba indecisa entre ser como aquella mujer imprudente que importunaba al juez injusto, o ser de los que usan "vanas repeticiones". Yo me preguntaba ¿De qué voy a hablar con el Padre todos los días'? ¿Le repetiré lo mismo día tras día? ¿Cómo le hago para no ser repetitiva y no tener una oración mecánica?

En la Escuela de Discipulado de Jucum (la EDE) nos enseñaron a hablar con Dios, a irnos a un lugar aparte con Él y tener una conversación con Él, en la cual yo hablo, pero también escucho la Voz del Señor.

Bueno, en base a esta enseñanza, tuve una enorme y sorprendente experiencia, en la cual el Señor me reveló, con dos meses de anticipación, los cambios que había determinado hacer respecto al destino de nuestra Cruzada. Pero cometí un error: en lugar de guardar silencio y ser discreta (como también nos habían enseñado), casi brinco del asiento cuando los líderes llegaron a informarnos de los cambios que ninguno de los estudiantes conocía, excepto yo. Porque los líderes nos informaron del itinerario que justamente era el que el Eterno me había mostrado en un mapa idéntico al que los líderes dibujaron en el pizarrón.

Después de esto, hubo tres consecuencias:
  1. Una pareja de pastores se sintieron muy "ofendidos" porque el Padre me había hablado a mí (y no a ellos) con tanta anticipación, y presionaron para cambiar el itinerario que el Señor había determinado.
  2. Finalmente nuestra cruzada se inició con el cambio drástico de lugar (en lugar de ir a la República Dominicana, el Señor nos llevó a lugares de México), pero en vez de darle énfasis al estado de Sonora (como el Señor había decidido), los líderes se sometieron a la presión de aquellos pastores, y nos fuimos por la Baja California Sur, recorriendo las iglesias de las cuales aquellos pastores habían sido fundadores.
  3. Cuando nos faltaban dos semanas para terminar la cruzada, el Señor se impuso e hizo que los líderes tuvieran que llevarnos a cruzar el Golfo de California para venir a Sonora, pero en vez de ir a varios pueblos de la sierra, nos trajeron únicamente a Hermosillo.

Yo estuve a punto de no participar en la Cruzada debido a la carnalidad con la que tomaron las decisiones los líderes; pero el Director de la base me convenció, de parte del Señor, a irme, aunque fuera bajo protesta.

Bueno, ese evento me traumatizó un poco, y por mucho tiempo (como por espacio de cuatro años) dejé de esperar escuchar la voz del Padre, e incluso comencé a tener dificultades para mantener una rutina de oración diaria. No es que no quisiera orar, porque como vivo sola, yo me la paso hablando con el Padre, constantemente. Pero sentía que eso no era suficiente, y seguía con aquella indecisión entre no usar "vanas repeticiones", o ser como la "mujer imprudente" del juez injusto.

Hace unas semanas, el Eterno me dio la idea de hacer un grupo de oración, en donde todos procuráramos orar a la misma hora. NO una cadena de oración, sino orar a la misma hora todos, sin necesidad de reunirnos (porque la mayoría de los hermanos estamos lejos geográficamente). Se propusieron dos horarios de oración, uno en la mañana y otro en la tarde.

Yo me lancé a comprometerme con el de la mañana, decidida esta vez a cumplir con el compromiso de constancia y perseverancia, sobre todo porque el Padre me recordó que, en base a nuestra obediencia, es que podemos clamar por nuestras vidas y la de nuestra familia. De hecho, la primera petición de este grupo es por fortaleza para permanecer en la obediencia y la constancia.

Al principio fue difícil... Pero como al segundo o tercer día, decidida a  cumplir esta vez fielmente, adopté una estrategia: le pedí al Padre que me despertara más temprano de la hora de oración, unas dos horas por lo menos, para alcanzar a hacer gran parte de lo que hago por las mañanas (tomarme mi producto de Omnilife y redactar el mensajito diario, y responder a las preguntas o mensajes que casi siempre recibo a esa hora). El primer día que hice eso, y terminé con tiempo para poder sentarme en la mesa de la cocina, y comenzar mi tiempo de oración, de pronto sentí una enorme paz, un enorme placer de encontrarme con mi Padre en esta cita diaria, y muy agradablemente sorprendida de darme cuenta de que me había preparado para poder CESAR de todo pendiente, y enfocarme únicamente en mi tiempo con el Señor.

¡Esa hora se ha convertido en mi pequeño SHABAT DIARIO! Ahora entiendo por qué fracasé todos estos años en mantener una rutina de oración diaria. Porque en realidad la oración la tomaba como con una casilla de verificación, y si me agarraba la hora lavando trastos, o limpiando, o lavando ropa, o incluso saliendo en el carro a algún mandado, ahí hacía una oración que, si bien no era light, obviamente tampoco me permitía tener la quietud necesaria para escuchar la voz del Padre.

Fue toda una revelación... Ahora no me quiero perder esa cita, y diariamente me preparo para esa hora, como me preparo para el Shabat semanal. Y no es que me pase dos tres horas orando... Noooo... Lo hermoso es que el Eterno no me lleva a estar con Él más de media hora o cuarenta minutos... Pero a mí me parece un tiempo tan maravilloso, en que puedo hablar con Él, no con prisas ni con distracciones, sino con  el respeto que le daría a un amigo con el que estoy tomando un  café sólo para platicar y ponernos al día, o para escuchar sus problemas. En ese tiempo el Eterno me ha hablado de tantas maneras y me ha dicho tantas cosas, que estoy muy agradecida de haber reanudado aquella experiencia tan preciosa que tuve en JUCUM, y que por mi propia inexperiencia y por ceder a mis impulsos, había perdido por casi diez años. Ahora, de pronto me doy cuenta de que ya terminé con las peticiones, y me quedo otro ratito con mis ojos cerrados, sólo disfrutando de la Presencia del Padre, y no quiero que termine ese momento...

Quiero compartir esto con el que aterrice en este foro y lo lea, porque me gustaría tanto que todos experimentaran lo que yo he experimentado en estos pocos días que llevo de haber iniciado mi PEQUEÑO SHABAT, mi Shabat chiquito, como le digo yo.

El otro día, por diversas circunstancias, y aunque me levanté temprano como los otros días, con tiempo suficiente para prepararme para mi cita, tuve algunos distractores, que hicieron que me sonara la alarma de la oración, y yo no estaba lista, y lo peor, estaba hasta molesta por las demoras. Me irritó muchísimo la sensación de "llegar tarde" a mi cita con el Padre.

Pues nada, que tuve que ponerme a cuentas con el Padre, porque tampoco es que deba de pecar de esa manera en mi esfuerzo por ser puntual a esa cita diaria; como con el Shabat semanal, ese tiempo debe ser nuestra delicia y no una casilla de verificación. Entonces lo que hice fue orar en cuanto pude, en cuanto me desocupé de esos imprevistos, y lo disfruté como los otros días, después de ponerme a cuentas con mi Padre.

Hoy estoy en el Shabat semanal, y he decidido despertarme los días de reposo hasta que el Eterno quiera despertarme; es decir, en el Shabat semanal decidí quitar la alarma, porque sé que puedo orar en cualquier momento del día, ya que ¡estoy cesando por 24 horas de mis quehaceres diarios!

Gracias, Padre Eterno, por enseñarme cómo se debe platicar contigo diariamente, apartando un tiempo, cesando de todas nuestras actividades, para tener esa plática tan necesaria para nosotros, que nos permite reforzar nuestro ánimo, recuperar fuerzas, escuchar tu voz, disfrutar de tu compañía, y poder presentarte las peticiones a las múltiples necesidades de nuestra vida en el Reino de los Cielos.

Espero que esta experiencia sea de bendición a otros que, como yo, han estado batallando con la orden de "Orad sin Cesar". Espero que lleguen a desear con todas sus fuerzas no perderse de este tiempo tan bendecido, y que lo disfruten y se deleiten en Él, como me está pasando a mí.

¡Shalom!
 



 
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