SON COMO UN ARBOLITO PEQUEÑO: DE UN MOMENTO A OTRO, SE CONVIERTEN EN ÁRBOLES TORCIDOS
Ayer tuvimos una plática mi nuera y yo, acerca de la importancia de NO descuidar ni por un momento a los hijos, en todos los aspectos. Todos sabemos que, en un pestañeo, te los pueden robar en la calle, en el parque, en el centro comercial, en donde sea; nomás es cuestión de que les quites el ojo de encima por un momento, y los sueltes de la mano, y la tragedia está pronta a golpearnos.
¡EL MUNDO ES MUY PELIGROSO!
Recientemente he tenido dos experiencias en mi jardín, que no me permiten olvidar esta premisa tan amenazante.
Una ocurrió hace como un mes. Hacía tiempo que yo tenía un arbolito pequeño de guamúchil; sus tronquitos eran del grosor de un lápiz, y así había estado como por espacio de dos años, no crecía, nomás se mantenía verde. Y es que lo tenía en una maceta sobre la tierra en mi jardín. Yo sabía que posiblemente ya había comenzado a salir la raíz por el agujerito de desagüe, pero eso no afectaba su apariencia, excepto en que se mantenía con sus hojas muy verdes.
De pronto, hace como dos meses o un poco más, comenzó a llover inusualmente en Hermosillo (donde el clima es seco desértico), poniéndole fin a una sequía de varios años. Pero llovió y llovió y llovió prácticamente diario, y a todas horas; dicen que ese mes cayó en Hermosillo (sólo en Hermosillo) más cantidad de agua que el total de lo que cayó en todo el país ¡algunas áreas tuvieron que ser declaradas zonas de desastre, por las inundaciones!
Todo ese mes prácticamente yo no salí a regar mis matitas, no lo necesité. Después de ese mes, cuando las lluvias amainaron, mi nuera y yo recibimos una gran sorpresa: los tronquitos del guamúchil se habían convertido en unos tremendos troncos bien gruesos ¡habían crecido más de tres veces en grosor! Entonces me entró la urgencia de trasplantarlo (lo cual había venido posponiendo desde hacía un año).
¡Ahí estuvo la segunda sorpresa! Mi hijo batalló muchísimo para arrancarlo de la tierra; la raíz que había desarrollado el "arbolito" era más gruesa incluso que los troncos en que se convirtieron los palitos de hacía un mes. Esa raíz ya había quebrado la maceta por debajo, y estaba profundamente enraizada. Al fin la tuvo que cortar con un machete.
Decidimos ubicarlo en el espacio de la banqueta de un lado de mi casa, porque, al ser un árbol con espinas, sería muy complicado para alguien treparlo y subirse a la terraza del segundo piso; y también porque de esa forma, desde la terraza podríamos arrancar los frutos.
Una vez sembrado, un vecino me mandó un audio advirtiéndome que ese árbol era muy "cuerudo", y que además crecía de un tamaño gigantesco, tanto, que me quebraría toda la banqueta. ¡Me quedé así!
Aquí una muestra del monstruo que estuve a punto de tener en mi banquetita de fraccionamiento:
Terminé dándole el famoso guamúchil a mi vecino que me dio aquel aviso, y en su lugar puse una inofensiva "plumeria".
Y respecto a estas "plumerias" es la segunda experiencia:
En el 2012 me traje de Hawaii cuatro troncos de plumeria, de flores de diferentes colores, pero de las cuatro sólo me sobrevivieron dos, las cuales se han convertido en unos arbolitos bastante desarrollados, aunque aún no los siembro en la tierra, sino que están en unas macetas grandes.
Estos arbolitos iban creciendo derechos; pero sin que yo me percatara, unas ramas del tabachin que está cercano, crecieron mucho y quedaron por encima de las plumerias, de tal manera que, cuando menos me di cuenta, después de ese mes de lluvias, los arbolitos ya comenzaron a crecer bien chuecos, como los puedes observar al principio de esta publicación. De hecho ya van tan chuecos, que difícilmente (si no es que imposible) podré enderezarlos. Ya quedaron curveados, creo que lo más que voy a poder lograr será que las ramas del tope comiencen a crecer hacia arriba (ya corté las ramas intrusas del tabachín); pero esa curvatura de los troncos, creo que se quedarán como recordatorio de lo que puede suceder cuando descuidamos un arbolito, aunque sea por un breve período de tiempo. En ese mes cayeron lluvias inesperadamente abundantes, lo que uno nunca hubiera podido prever. Y lo que en origen para mí fue un descanso (porque por un mes no tuve que regar mi jardín), se ha convertido en algo incómodo al ver diariamente esos troncos chuecos, aunado a la frustración de mi impotencia por no poder hacer nada para enderezarlos.
¿Puedes imaginarte ahora el sentimiento de angustia que puede producir el descuidar aunque sea un poco el crecimiento de un hijo? Que estemos pasando por un tiempo difícil, unos meses, unos pocos años, y en ese tiempo le aflojemos a la supervisión, a la corrección, a la disciplina de nuestros hijos, y que cuando menos lo pensemos, ya estén metidos en alguna secta, en el satanismo, o en homosexualismo y pornografía, en el narcotráfico, o incluso siendo abusados y violados sexualmente, hasta en nuestra propia casa, bajo nuestras propias narices, y muchas otras desviaciones... ¡qué sé yo, EL MUNDO ES MUY PELIGROSO, insisto! Y el satán tiene muchos recursos para intentar apoderarse de las almas de nuestra descendencia, cuando nosotros nos damos el lujo de estar heridos, e invertimos demasiado tiempo en "lamernos las heridas". Mientras nosotros podríamos estar navegando por el mar de la autocompasión, nuestros hijos son robados por el enemigo de nuestras almas. Basta un descuido, un ligero pestaño, un abrir y cerrar de ojos... Y entonces sucede lo irreversible.
Qué lamentable cuando nos damos cuenta ya muy tarde de que nuestros hijos fueron atacados por el satán durante ese tiempo de crisis; te dan ganas de poder regresar el tiempo.
Pero no necesitamos estar deseando cosas imposibles para nosotros; podemos pedirle perdón al Padre Eterno, y que, conforme a su misericordia, nos ayude a enderezar esos troncos curveados y torcidos de la vida de nuestros hijos; y el hacedor de IMPOSIBLES lo hará posible . Yo confío en él, no confío en mis hijos.
Imprime esas imágenes de los árboles chuecos, y que te sirvan a ti también de recordatorio de que, lo que sea que estés pasando, el cuidado de tus hijos es punto y aparte. Porque ellos no te tienen más que a ti para que los cuides, fuiste diseñado para eso, y ésa es tu responsabilidad.
Gracias por leer esta pequeña reflexión. ¡Shalom!