¿Será cuestión de falta de voluntad, gula o pereza? ¿O hay algo más detrás de todo esto?
Desde que yo era una niña rechacé sistemáticamente todo tipo de medicamentos. Mi madre era de las que nos daba jarabes para todo, y mi resistencia a seguir tomándolos fueron la fuente de muchos conflicto entre ella y yo. Mi madre también era muy afecta a comprar comida enlatada; recuerdo que una alacenita en la cocina estaba llena de latas, la mayoría compradas en el "otro lado" (Estados Unidos). Recuerdo una en especial, la carne marca "Spam" ¡riquísima! Y no compraba más, porque no había más; aún no existían ni el puré de tomate, ni los frijoles enlatados, y mucho menos la comida chatarra. Pero estamos hablando de los inicios, allá por la década de los 60's.
A pesar de todo, se puede decir que crecimos con una alimentacióan bastante saludable, pues mi mamá cocinaba con muy poca grasa, no consumíamos ni pan, ni tortillas ni refrescos embotellados. No existían los jugos en tetrapak. Esto, aunado a nuestro metabolismo heredado de nuestro abuelo chino, hizo que nosotras siempre fuéramos delgadas, aunque comiéramos como pelón de hospicio.
Sin embargo, hace poco más de 10 años me diagnosticaron hipertiroidismo, y una de las secuelas de esta terrible enfermedad (que después se convirtió en hipotiroidismo, porque me exterminaron la tiroides) fue que comencé a subir de peso... De hecho en estos momentos estoy "botijona" (como dijera mi mamá).
Todo se agravó por la "plan-de-mia", porque no pude ver al endocrinólogo por más de dos años, y por tanto no estuvo monitoreando mi dosis de levotiroxina. Aparte, dejé de hacer ejercicio debido a problemas familiares. En fin, el médico me dice "deje la grasa, la tortilla, el pan y la soda"... ¡Y nada de eso se encuentra en mi dieta!
Por años he estado meditando ¿desde cuándo dejamos de usar el tomate para cocinar, y en su lugar usamos el sabrosísimo puré de tomate? ¿Por qué tenemos que usar el cubito de consomé? (que por cierto les da a las comidas un sabor riquísimo).
En algún momento, una de mis nueras se unió a mi inquietud acerca de nuestra alimentación, y comenzó también a investigar sobre los ingredientes químicos que no contienen ningún valor nutricional, como por ejemplo el glutamato monosódico. Desde entonces dejamos de usar el cubito del consomé, y yo he estado haciendo mi propio consomé, un colágeno bien concentrado de caldo de hueso con patas de pollo, con el que condimentamos nuestra comida.
Luego me encontré con las excitotoxinas, de las cuales podrás saber más viendo este video:
Estoy completamente segura de que si lo ves todo hasta el final, te quedarás igual que como yo me quedé, así
Porque estas sustancias NO contienen ningún valor nutricional, su única función es hacerte adicto a ese pseudo alimento.
Pero esto no es todo. También existe otro ingrediente, la carragenina:
Todas estas sustancias son altamente cancerígenas; no es de sorprender la enorme cantidad de enfermedades que hoy en día aquejan no sólo a los ancianos, sino a los niños también.
Sin embargo, yo no dejaba de pensar en el tomate y en el puré de tomate... ¿Por qué hemos dejado de usar productos naturales para preparar nuestras comidas? ¿Por qué hoy en día hay nutriólogos que se atreven a afirmar que comer ciertas frutas al natural puede hacernos daño?
He platicado sobre este tema con muchas personas, pero sólo un amigo se ha interesado fuertemente en mi proyecto de cosechar mis propias hortalizas, y sabe de mi sueño de tener una pequeña granja donde críe a mis propios animales y obtenga mis propios huevos.
Pero nunca me había enfocado en el asunto de la obesidad. Claro, yo sé que hay mucha gente que toma soda y come comida chatarra... Pero también hay mucha gente como yo, que no consume esa basura, y sin embargo tanto unos como otros estamos lidiando con el sobrepeso y la obesidad. ¿Por qué?
Bueno, ayer me encontré con este documental, y ahí se respondieron muchas de mis preguntas acerca del tomate y del puré de tomate.
Sí, como dije anteriormente, estoy consciente de que la enorme mayoría de la gente obesa consume mucha coca-cola, pan dulce, jugos de caja, y mucha más comida chatarra... Pero no es sólo con esa basura con la que se produce la obesidad. También es con los fertilizantes y pesticidas de las frutas y verduras, y todos los químicos que les inyectan para que tarden en madurarse, y alcancen a llegar a su lugar de destino. Igual ocurre con las carnes, la de pollo, por ejemplo, inyectados con sepa Dios qué líquidos para que parezcan más gordos de lo que son, y pesen más.
No, no, no... Esto es un crimen bien orquestado entre gobiernos, organismos internacionales, y productores de toda esa comida chatarra con la que se están ganando montañas de millones de dólares, a costa de la salud y la vida de la humanidad.
¿Cómo se puede uno salir de esta telaraña donde nos atraparon desde el siglo pasado, con la industrialización? Aquí te tengo dos noticias: una buena y una mala.
La mala es que no se puede salir, el ciudadano promedio no puede escapar de esta telaraña, a menos que se independice del sistema económico, y pueda conseguir su propio terreno donde producir sus propios alimentos. Y aún así no estará a salvo, porque podrá lograr evadir la contaminación de la tierra, mas no la del agua ni la del aire. Así que en realidad nadie puede escaparse de esta enorme trampa.
La buena noticia es que este cuerpo es mortal, está destinado a la corrupción, pero cuando
Yeshúa murió y resucitó, nos garantizó un trueque muy conveniente: le entregamos este cuerpo corruptible, y Él a cambio nos entregará un cuerpo incorruptible, uno celestial, eterno. Pero con una condición: que hagamos Pacto con el Eterno de obediencia a su Torá, nos convirtamos en ciudadanos del reino de los cielos, y perseveremos hasta el fin.
Así que sea lo que sea lo que nos pase a los hijos del Eterno, nuestra vista está fija en la eternidad, no en estas cosas temporales.
Por eso no debemos angustiarnos ni estresarnos; se hace lo que se puede, y lo que no está en nuestro control, sí lo está en las manos del Padre Eterno.
¿Y tú qué piensas?